Un abuelo-padre, una hija-madre, un niño-nieto, un accidente, una sala de terapia intensiva, un montón de cartas en un sobre de papel madera. Un diario que se escribe sin otra pretensión literaria que la de Sherezade: para seguir con vida, por necesidad. Una historia que se teje (como todas) a través de los vínculos, que nos crean, que nos transforman y que nos salvan. Una narrativa disruptiva y plebeya, una cascada de palabras que, al salir de la boca, se miran al espejo y se encuentran en un chat. Una conversación que se vuelve poema. Un intento, desesperado y vano, de volver al pasado. Una voz suplicando al cielo conocer alguna orilla, salpicada por todas las despedidas, que no pudieron ser.

Una llama obstinada, que alimenta la pulsión de dar testimonio de una generación (la de los hijos de los sobrevivientes del incendio que fue la dictadura, que parece haberlo destrozado todo) pero que, también, se cuestiona, se reinventa, y pelea, hasta el final.


Cuando estalló el incendio 

guardé una llama

dentro de mí 

porque el tiempo a su paso

fue apagando todo

y hasta los días se volvieron ceniza


Págs. 224

LOS DÍAS SE VOLVIERON CENIZA

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Un abuelo-padre, una hija-madre, un niño-nieto, un accidente, una sala de terapia intensiva, un montón de cartas en un sobre de papel madera. Un diario que se escribe sin otra pretensión literaria que la de Sherezade: para seguir con vida, por necesidad. Una historia que se teje (como todas) a través de los vínculos, que nos crean, que nos transforman y que nos salvan. Una narrativa disruptiva y plebeya, una cascada de palabras que, al salir de la boca, se miran al espejo y se encuentran en un chat. Una conversación que se vuelve poema. Un intento, desesperado y vano, de volver al pasado. Una voz suplicando al cielo conocer alguna orilla, salpicada por todas las despedidas, que no pudieron ser.

Una llama obstinada, que alimenta la pulsión de dar testimonio de una generación (la de los hijos de los sobrevivientes del incendio que fue la dictadura, que parece haberlo destrozado todo) pero que, también, se cuestiona, se reinventa, y pelea, hasta el final.


Cuando estalló el incendio 

guardé una llama

dentro de mí 

porque el tiempo a su paso

fue apagando todo

y hasta los días se volvieron ceniza


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