Descripción:

«Una banda de arrogantes adolescentes sancionando sus propias leyes. Los ojos de nuestros amigos muertos nos miraban a toda ahora. Eran espíritus protectores aguardando nuestra visita. Montañas de ofrendas al dios más inmoral desperdigadas a nuestros pies. Un lago lleno de papeles de merca abiertos y lamidos. Dormíamos solo como breve tregua en la guerra contra la sociedad».

Este libro ha sido una embestida para el panorama literario de todos los países en los que se ha publicado. Bajo su aparente sencillez, hay una sensación de peligro que palpita a lo largo de todas sus páginas y que ha abierto una grieta en los estándares de la literatura contemporánea.


Investido por delincuentes venerados, blindado con ropa de marca, henchido de cadenas de oro el pecho y montado en una moto ajena, el protagonista doma el agravio de que algunos tengan todo y otros, nada. Primogénito de una joven adicta al cine y a la cocaína y de un ciruja, hermano de muchos y nieto de una evangelista devota y del dueño de un aguantadero, César González vindica su linaje. Urgido por un hechizo vital, grita su réquiem a los amigos. Inmune al feísmo, la condescendencia y los arquetipos, esta novela lujuriosa y austera es a la vez el primerísimo plano de los devastadores años 90. Un wéstern como los de la tele. Uno de balaceras y choques y persecuciones. Uno de policías y ladrones. De heridos y muertos.


Págs.: 192.

EL NIÑO RESENTIDO

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«Una banda de arrogantes adolescentes sancionando sus propias leyes. Los ojos de nuestros amigos muertos nos miraban a toda ahora. Eran espíritus protectores aguardando nuestra visita. Montañas de ofrendas al dios más inmoral desperdigadas a nuestros pies. Un lago lleno de papeles de merca abiertos y lamidos. Dormíamos solo como breve tregua en la guerra contra la sociedad».

Este libro ha sido una embestida para el panorama literario de todos los países en los que se ha publicado. Bajo su aparente sencillez, hay una sensación de peligro que palpita a lo largo de todas sus páginas y que ha abierto una grieta en los estándares de la literatura contemporánea.


Investido por delincuentes venerados, blindado con ropa de marca, henchido de cadenas de oro el pecho y montado en una moto ajena, el protagonista doma el agravio de que algunos tengan todo y otros, nada. Primogénito de una joven adicta al cine y a la cocaína y de un ciruja, hermano de muchos y nieto de una evangelista devota y del dueño de un aguantadero, César González vindica su linaje. Urgido por un hechizo vital, grita su réquiem a los amigos. Inmune al feísmo, la condescendencia y los arquetipos, esta novela lujuriosa y austera es a la vez el primerísimo plano de los devastadores años 90. Un wéstern como los de la tele. Uno de balaceras y choques y persecuciones. Uno de policías y ladrones. De heridos y muertos.


Págs.: 192.

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